Una niña recibe una operación de riñón que le salva la vida gracias a su padre

Cuando Karen Rodas y Paul Rybkin dieron la bienvenida al mundo a su hijo Nathaniel, su alegría se vio rápidamente eclipsada por la tristeza. Nacido con enfermedad renal poliquística (ERP), una afección rara y grave que provoca la formación de quistes en los riñones, la vida de Nathaniel fue trágicamente corta. Sobrevivió solo 36 horas, dejando a sus padres devastados.

A pesar de esta profunda pérdida, la pareja se mantuvo decidida a ampliar su familia. En 2013, dieron la bienvenida a una niña, Maddy, solo para enfrentar otro golpe desgarrador: a Maddy también le diagnosticaron poliquistosis renal.

Durante los primeros 18 meses de su vida, Maddy soportó un ciclo incesante de visitas al hospital, tratamientos médicos e intervenciones. Sus riñones, inflamados y con insuficiencia renal, le causaban constantes molestias, y necesitaba oxígeno para respirar. Sin embargo, a pesar de todo, Maddy luchó con valentía, demostrando una fuerza que sus padres jamás imaginaron que una niña tan pequeña pudiera poseer.

Sin embargo, la condición de Maddy pronto dio un giro devastador. Su energía menguó a medida que su cuerpo se debilitaba, y estaba tan agotada que dormía hasta 18 horas al día. Los vómitos persistentes agravaron su sufrimiento, y los médicos advirtieron a sus padres que sin un trasplante de riñón, Maddy no sobreviviría mucho más.

En un sorprendente giro del destino, el padre de Maddy, Paul, fue identificado como el riñón ideal para su hija. Sin dudarlo, tomó la valiente decisión de donar uno de sus riñones, ofreciéndole a Maddy la oportunidad de vivir una vida más plena.

Karen, llena de emoción y ansiedad, compartió sus sentimientos mientras se preparaba para la cirugía. “Con Paul y Maddy, dos de mis seres más preciados, pasando por el quirófano, tenía los nervios destrozados”, recordó. Pero la cirugía fue un éxito, y padre e hija comenzaron su camino hacia la recuperación.

“El riñón de papá salvó a nuestra pequeña”, dijo Karen con gratitud. “Ahora tiene una energía desbordante. Su barriga, que antes estaba hinchada, ahora está un poco más redondeada, y es una niña de dos años feliz y sana”.

Paul, siempre humilde, restó importancia a su acto heroico diciendo: “Hemos pasado por una montaña rusa, pero cualquier padre habría hecho lo mismo: donar mi riñón a Maddy fue simplemente parte de ser padre”.

Hoy, la familia prospera, y Maddy se ha convertido en una niña alegre y llena de energía. Sus padres la ven crecer, agradecidos por cada logro que alcanza. “Estamos muy contentos, viendo a Maddy crecer como una niña feliz y sana”, reflexionó Paul.

Aunque Maddy necesitará otro trasplante dentro de unos 25 años, para sus padres, ese futuro parece lejano y prefieren centrarse en el presente y en la salud que ahora disfruta su hija. Karen continúa compartiendo actualizaciones sobre el progreso de Maddy, cada una de ellas un testimonio de su fortaleza y resiliencia.

Su viaje es un conmovedor recordatorio de esperanza, amor y el poder de la familia. Únanse a nosotros para enviarle a Maddy nuestro cariño y mejores deseos para una vida larga, saludable y feliz.

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